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Tipos De Sistemas De Extinción De Incendios Más Usados

Importancia De La Seguridad Contra Incendios


La prevención y control de incendios es un aspecto crítico para cualquier organización, ya sean industrias, obras en construcción o edificios comerciales. Un incendio puede causar pérdidas humanas, daños materiales y paralización de operaciones, por lo que la seguridad contra incendios debe ser una prioridad estratégica. Esto implica contar con medidas activas y pasivas que permitan detectar y combatir el fuego oportunamente, cumpliendo con normativas vigentes y protegiendo la vida y el patrimonio. En México, las empresas deben adherirse a estándares oficiales y recomendaciones internacionales para asegurar instalaciones seguras y minimizar riesgos.


Lograr una protección eficaz requiere implementar diversos sistemas de supresión de incendios, adecuados al tipo de inmueble y a los riesgos presentes. El equipo de protección contra incendios en una empresa puede incluir desde medios manuales simples (como extintores portátiles) hasta sistemas antiincendios automatizados de gran escala, integrando alarmas de detección temprana y sistemas fijos de supresión. A continuación, se presentan los tipos de sistemas de extinción de incendios más utilizados, describiendo sus características técnicas, consideraciones normativas y recomendaciones de uso en el contexto mexicano.


Clasificación De Los Sistemas Contra Incendios


En materia de protección contra el fuego, podemos clasificar los equipos contra incendios en tres grandes grupos: portátiles, móviles y fijos. Los equipos portátiles son aquellos dispositivos ligeros que una persona puede transportar y operar manualmente (por ejemplo, extintores de menos de 20 kg); los móviles son unidades más grandes montadas sobre ruedas; y los fijos son instalaciones permanentes en el inmueble, operables en forma manual o automática. De acuerdo con la normativa mexicana, los lugares con riesgo de incendio alto deberán contar con un sistema fijo contra incendio, lo cual abarca sistemas como hidrantes (mangueras), rociadores automáticos, aspersores, monitores, cañones o sistemas de espuma, entre otros. Por su parte, en todos los casos de riesgo ordinario es obligatorio disponer de medios de detección y equipos contra incendio básicos (extintores) para atender conatos iniciales.


Esta clasificación permite diferenciar los medios manuales de los sistemas automatizados. En las secciones siguientes profundizaremos en cada tipo: primero los sistemas de detección y alerta, que forman la primera línea de defensa, seguidos por los sistemas de extinción o supresión (tanto portátiles como fijos) más comúnmente empleados en la seguridad contra incendios industrial y comercial.

Sistema fijo contra incendio con pulsador manual de alarma sobre pared de concreto en zona de emergencia.

Sistema De Detección Y Alarma Contra Incendios


Un sistema de detección y alarma contra incendios es la primera línea de defensa ante un siniestro, ya que permite identificar la presencia de fuego o humo en etapas iniciales y alertar de inmediato a los ocupantes del lugar. Estos sistemas constan principalmente de detectores y dispositivos de alarma. Los detectores automáticos pueden ser de distintos tipos según lo que “sienten”: los más comunes son los detectores de humo (que reaccionan a partículas de combustión) y los detectores de calor (que se activan al alcanzar cierta temperatura o rapidez de incremento). También existen detectores de flama o sistemas de aspiración de aire para entornos especiales. Adicionalmente, casi todos los inmuebles deben contar con estaciones manuales de alarma (pulsadores o palancas de emergencia) que permiten a cualquier persona activar la alerta al visualizar un incendio incipiente.


Cuando un detector se activa o alguien acciona una estación manual, se disparan las alarmas contra incendios. Las alarmas de incendio incluyen sirenas audibles de alto volumen y, generalmente, luces estroboscópicas visibles, que funcionan en conjunto para advertir a todas las personas que deben evacuar. Un sistema de alarma contra incendio típico está compuesto por un panel de control central, múltiples sensores (humo, calor, flama), dispositivos de notificación (sirenas, alarmas visuales) y circuitos de alimentación y respaldo. Es fundamental que estos sistemas se instalen conforme a normas técnicas y se prueben periódicamente, ya que su correcto funcionamiento puede salvar vidas al permitir la evacuación oportuna.


En México, la normativa laboral exige la instalación de detectores y alarmas en la mayoría de los centros de trabajo, acorde al nivel de riesgo. A nivel internacional, estándares como la NFPA 72 (Código Nacional de Alarmas de Incendio y Señalización) establecen los requisitos para la instalación, inspección y mantenimiento de estos sistemas, considerados clave para la detección temprana y la notificación eficaz de emergencias. Es importante que tanto los sistemas de detección y alarma contra incendios automáticos como los manuales estén integrados correctamente, sean audibles/visibles en todas las áreas y se encuentren conectados a sistemas de monitoreo si es posible (por ejemplo, a una central de seguridad o a los servicios de bomberos), de modo que ante cualquier conato se active una respuesta inmediata.


Extintores Portátiles Y Móviles


Los extintores portátiles son cilindros metálicos presurizados que contienen un agente extintor diseñado para atacar fuegos incipientes de uno o más tipos. Son equipos manuales de uso relativamente sencillo, pensados para que una persona capacitada pueda sofocar un fuego pequeño antes de que se descontrole. Existen también extintores móviles (colocados sobre carretillas), de mayor capacidad, para riesgos donde se pudiera requerir más agente extintor. Tanto en entornos industriales como en oficinas y espacios públicos, la presencia de extintores es obligatoria y está regulada: la instalación de sistema contra incendios básico de cualquier empresa incluye extintores distribuidos estratégicamente según el tipo de fuego posible y la superficie a cubrir. Las autoridades (protección civil, STPS) inspeccionan que se cuente con el número adecuado y el mantenimiento vigente de estos equipos.


Es importante seleccionar el tipo de extintor apropiado para cada clase de fuego. A continuación, se listan los agentes extintores portátiles más comunes y sus aplicaciones típicas:


  • Agua presurizada: apropiada para fuegos Clase A (combustibles sólidos ordinarios como madera, papel, textiles). Actúa por enfriamiento, no debe usarse en líquidos inflamables ni en fuegos eléctricos.

  • Dióxido de carbono (CO₂): gas comprimido eficaz contra Clase B (líquidos inflamables) y Clase C (equipos eléctricos energizados). No deja residuos y no conduce electricidad, pero es inefectivo en espacios abiertos o contra combustibles sólidos que puedan reavivar.

  • Polvo químico seco (PQS): usualmente de tipo ABC multiuso, compuesto por sales inorgánicas en polvo (p.ej., fosfato monoamónico). Es el extintor más versátil, adecuado para fuegos Clase A, B y C; actúa sofocando el fuego e inhibiendo reacciones químicas. Deja residuos finos que requieren limpieza posterior.

  • Polvo químico especial: formulado para fuegos Clase D (metales combustibles como magnesio, sodio, titanio). Contiene agentes como cloruro de sodio granulado o polvo de cobre, que al aplicarse forman una costra que sofoca el metal en combustión. Estos extintores son especializados y se encuentran principalmente en industrias metalúrgicas o laboratorios.

  • Agente químico húmedo: desarrollado para fuegos Clase K (aceites y grasas de cocina). Es una solución acuosa con compuestos químicos (acetato de potasio, por ejemplo) que enfría y reacciona con las grasas formando una espuma jabonosa (saponificación), sofocando eficazmente incendios en freidoras, parrillas y campanas de cocina.


Dado que los extintores son la primera herramienta de respuesta ante incendios incipientes, su mantenimiento es fundamental. La regulación mexicana cuenta con la NOM-154-SCFI-2005 que especifica los procedimientos para el servicio de mantenimiento y recarga de extintores portátiles y móviles, con el objetivo de asegurar su operatividad eficaz en caso de emergencia. Esto incluye verificar periódicamente la presión, peso, estado de las boquillas, mangueras, seguro y sellos, así como recargar y re-etiquetar los equipos después de cada uso o al vencer su periodo de servicio. Todos los empleados deben ser capacitados en el uso correcto de los extintores y familiarizarse con la ubicación de estos dispositivos, ya que un ataque rápido con un extintor adecuado puede evitar que un conato se convierta en un incendio mayor.

Redes De Hidrantes Y Sistemas De Mangueras


Para riesgos mayores o edificaciones amplias, además de extintores se emplean redes contra incendios fijas a base de agua. Estas consisten en tuberías hidráulicas conectadas a una fuente de agua (tanque elevado, cisterna con bomba o suministro municipal), las cuales alimentan dispositivos de salida como hidrantes, gabinetes con mangueras o conexiones siamesas. Un hidrante es una válvula robusta, normalmente ubicada en el exterior del inmueble o en patios, a la cual pueden conectarse mangueras de bomberos para suministrar grandes caudales de agua. Por su parte, los gabinetes contra incendios en interiores incluyen una manguera semirrígida o plana enrollada, con boquilla ajustable, lista para ser desplegada dentro del edificio en caso de incendio; este sistema permite que brigadistas internos ataquen el fuego con agua mientras llegan los bomberos profesionales.


Los sistemas de hidrantes y mangueras se consideran sistemas de extinción manual a base de agua, ya que requieren la intervención humana para su operación. Su efectividad depende de tener personal entrenado (brigadas de emergencia) capaz de manejar las mangueras bajo presión de forma segura. También requieren un diseño hidráulico adecuado: diámetro de tuberías suficiente, bomba contra incendios y abastecimiento de agua confiable para garantizar el caudal y la presión necesarios. En instalaciones industriales y almacenes, estos sistemas suelen ser imprescindibles, complementando a los rociadores automáticos. Normalmente, en México, la NOM-002-STPS-2010 recomienda la instalación de hidrantes interiores o exteriores en lugares de riesgo alto, y su distribución debe asegurar que cualquier punto de la planta pueda ser alcanzado por al menos un chorro de agua. Asimismo, se debe disponer de equipos de protección personal (trajes, cascos, guantes, boquillas de repuesto) para los brigadistas que usen las mangueras.


Un aspecto a destacar es la necesidad de inspeccionar periódicamente las redes de hidrantes: se deben realizar pruebas hidráulicas, drenajes y simulacros para verificar que las válvulas funcionen correctamente, que las mangueras no presenten roturas y que las bombas arranquen automáticamente cuando cae la presión. Solo así se garantiza que el sistema estará listo cuando se necesite. Por ello, las empresas de sistemas contra incendios que instalan estos equipos suelen ofrecer también servicios de mantenimiento preventivo, incluyendo la prueba anual de las bombas y la recarga de agua de los tanques, asegurando la confiabilidad del sistema a largo plazo.


Rociadores Automáticos (Sprinklers)


Los rociadores automáticos, conocidos coloquialmente como sprinklers contra incendios, constituyen uno de los sistemas de supresión de incendios más efectivos y difundidos en el mundo para la protección activa. Un rociador es básicamente una válvula termostática que descarga agua cuando el calor de un incendio funde su elemento fusible (o rompe una ampolleta de vidrio calibrada a cierta temperatura). Los rociadores se instalan en techos o paredes y cubren con agua pulverizada la zona directamente debajo de ellos al activarse, enfriando y mojando los combustibles para controlar o extinguir el fuego. Cada rociador actúa de forma individual (no todos a la vez, salvo en sistemas especiales), lo que permite atacar el fuego focalizadamente en el punto de origen.

Sprinklers contra incendios instalados en el techo como parte del sistema automático de supresión de fuego

Existen distintos diseños de sistemas de rociadores automáticos, pero el más común es el de tubería húmeda: en este, toda la red de tuberías se mantiene llena de agua a presión, lista para descargar inmediatamente por cualquier cabezal que se active. Un sistema de tubería húmeda es sencillo y rápido, ideal para la mayoría de edificaciones donde no haya riesgo de heladas ni se dañen los bienes con agua. De hecho, es la solución más habitual en oficinas, hoteles, hospitales, escuelas y muchas industrias, usándose siempre que el agua pueda aplicarse con seguridad en el área protegida. Para zonas expuestas a bajas temperaturas (cámaras frigoríficas, almacenes a la intemperie en climas fríos) se emplean sistemas de tubería seca, que mantienen aire presurizado en las tuberías y liberan el agua solo al activarse un rociador. También hay sistemas de preacción (que requieren detección previa adicional antes de llenar de agua la tubería, para doble seguridad en lugares con equipos muy sensibles) y sistemas diluvio (tuberías vacías con rociadores abiertos que descargan todos a la vez ante una señal de detección, usados en riesgos especiales como tanques de combustible donde se necesita inundar rápidamente el área).


Los sistemas de extinción de incendios por rociadores están respaldados por sólidas estadísticas de eficacia. Estudios internacionales de la NFPA señalan que cuando un edificio cuenta con sprinklers operativos, la mayoría de los incendios se controlan con uno o pocos rociadores activados, reduciendo drásticamente los daños. No es de extrañar que muchas normativas locales y estándares como la NFPA 13 regulen el diseño e instalación de rociadores en diferentes tipos de ocupaciones. En México, si bien las Normas Oficiales no obligan en todos los casos su implementación, se recomienda fuertemente su uso en protecciones de riesgo alto. Por ejemplo, la NOM-002-STPS sugiere instalar sistemas fijos contra incendio de rociadores automáticos en áreas de almacenamiento de materiales combustibles, talleres de pintura, plantas químicas y otros lugares donde un incendio podría propagarse rápidamente. Además, las aseguradoras suelen exigir rociadores en bodegas e industrias para otorgar coberturas amplias contra incendio, dada la efectividad comprobada de estos sistemas.


Es importante mencionar que un sistema de rociadores requiere un diseño profesional: se debe calcular la densidad de descarga de agua adecuada según la ocupación (ligera, ordinaria, extra), contar con una fuente suficiente de agua (a menudo tanques de almacenamiento y bombas dedicadas) y seguir normas de instalación que determinan la separación entre rociadores, su distancia del techo, tipo de cabezales según temperatura de activación, etc. También debe incorporarse una válvula de control por zona con sus correspondientes alarmas de flujo, de forma que cuando un rociador opere, se active una señal de alarma y se registre la zona en el panel de control. Con un mantenimiento periódico – inspección de válvulas, pruebas de flujo, reemplazo de rociadores dañados – los sprinklers ofrecen una protección confiable 24/7, incluso si el incendio ocurre de noche o en áreas desocupadas, suprimiéndolo antes de que se salga de control.


Sistemas De Agentes Limpios (Supresión De Incendios Con Gas)


No todos los incendios pueden o deben combatirse con agua. En entornos donde el agua resultaría dañina (por ejemplo, salas de servidores, centros de datos, cuartos de control eléctrico, museos, laboratorios, almacenes de documentos) se emplean los llamados agentes limpios. Un sistema fijo de supresión de incendios por agente limpio es aquel que inunda el área a través de un gas o químico vaporizado capaz de apagar el fuego rápidamente sin dejar residuos. Estos sistemas se activan normalmente de forma automática mediante detección electrónica (detectores de humo sensibles que disparan la descarga), aunque también pueden accionarse manualmente si se detecta un fuego incipiente.


Los agentes limpios más utilizados incluyen tanto gases inertes como compuestos químicos halogenados de nueva generación. Algunos ejemplos de agentes extintores gaseosos comunes son:


  • CO₂ (Dióxido de Carbono): Un gas inerte que apaga el fuego desplazando el oxígeno. Es muy efectivo y no deja residuos, pero su alta concentración resulta peligrosa para las personas (puede causar asfixia), por lo que se usa principalmente en áreas desocupadas o con evacuación previa, como cuartos de máquinas, bodegas automatizadas o gabinetes eléctricos.

  • FM-200 (Heptafluoropropano): Agente halocarbonado que suprime la combustión absorbiendo calor. Es seguro para equipos electrónicos y para personas en concentraciones de diseño habituales, y extingue rápidamente fuegos clase A, B y C. Es ampliamente usado en centros de cómputo, cuartos de telecomunicaciones y cabinas de control.

  • Inergen (mezcla de gases inertes): Combinación de nitrógeno, argón y CO₂ en proporciones específicas. Actúa reduciendo el oxígeno a un nivel que suprime el fuego pero aún es respirable para los ocupantes por corto tiempo. Es un agente limpio no corrosivo ni conductor, ideal para proteger salas donde pueda haber personal presente al momento de la descarga (centrales de datos con supervisores, por ejemplo).

  • Novec 1230 (fluorocetona): Líquido que se vaporiza al descargarse, absorbiendo calor de la flama. Tiene cero potencial de agotamiento de ozono y un muy bajo impacto ambiental, siendo una alternativa “verde” a otros químicos. Apaga eficazmente incendios clase A, B y C sin dañar dispositivos sensibles, y es seguro para ocupantes en las concentraciones de diseño típicas.


Estos sistemas requieren almacenar el agente en cilindros presurizados conectados a una red de tuberías y boquillas de descarga dentro del área protegida. Cuando el sistema detecta un incendio (por ejemplo, a través de detectores de humo de alta sensibilidad), activa una alarma de predescarga para alertar y, tras un breve retardo para evacuación, libera el agente limpio inundando el recinto. En segundos, el fuego queda extinguido sin agua y sin daño significativo a los equipos. Es imprescindible asegurar la hermeticidad relativa del local (para que el gas permanezca el tiempo suficiente) y proveer extracción de aire luego de la descarga antes de reingresar.


Si bien la inversión en estos sistemas es mayor que en rociadores, resultan imprescindibles en la protección de activos críticos. Normas internacionales como la NFPA 2001 detallan el diseño y mantenimiento de sistemas de extinción de incendios con agentes limpios, los cuales son ideales para proteger áreas con equipos delicados: estos agentes no dañan los materiales, no son conductores de electricidad y además son amigables con el medio ambiente. Como parte de las mejores prácticas, en México muchas empresas de tecnología, bancos e industrias electrónicas instalan agentes limpios en sus centros de datos y cuartos de control, complementando los sistemas de detección y asegurando continuidad operativa aún frente a incendios que, de otra manera, podrían ser desastrosos.


Sistemas De Espuma Contra Incendios


La espuma física es otro medio de extinción ampliamente utilizado, especialmente para incendios de líquidos inflamables (Clase B) y fuegos de gran magnitud en áreas industriales. Un sistema de extinción por espuma mezcla un concentrado espumógeno con agua y aire para generar una espuma densa que se aplica sobre el material en combustión. La espuma cubre el combustible formando una manta de burbujas que lo aísla del oxígeno del aire, sofocando el fuego, a la vez que el contenido de agua en la espuma enfría la superficie caliente. Además, al flotar sobre líquidos inflamables, previene la liberación de vapores combustibles que podrían reavivar el incendio. En resumen, la espuma crea una barrera física entre el combustible y el oxígeno, logrando la extinción y evitando re-igniciones.


Existen distintos tipos de espuma contra incendios según su formulación y expansión. Las espumas de baja expansión son muy densas y se usan típicamente en la protección de tanques de almacenamiento de combustibles, refinerías y áreas de proceso: al aplicarse, fluyen cubriendo derrames y pueden adherirse a superficies verticales, resistiendo vientos o lluvia. Las de media y alta expansión generan volúmenes mucho mayores de espuma con burbujas más ligeras, útiles para llenar grandes espacios tridimensionales (por ejemplo, hangares de aeronaves, bodegas de alto almacenamiento, sótanos) donde se necesite inundar completamente el recinto con espuma para sofocar el fuego en todos los rincones. También hay espumas especiales resistentes al alcohol (AR-AFFF) diseñadas para combustibles polares (como alcoholes, cetonas) que de otro modo destruirían la espuma común.


Los sistemas fijos de espuma incluyen componentes similares a los de rociadores: una red de tuberías, rociadores o boquillas de espuma, un tanque de concentrado espumógeno y un proporcionador que mezcla el concentrado con el agua en la proporción correcta (comúnmente 3% o 6%). Al activarse por detección o manualmente, la bomba contra incendios impulsa el agua a través del proporcionador, generando espuma que es expulsada por las boquillas sobre el área en llamas. Dado que la espuma puede causar daños o suciedad, su uso se reserva para escenarios de alto riesgo donde el agua sola no sería eficaz, como incendios en combustible derramado o fuegos en espacios confinados con muchos materiales combustibles.


En México, el uso de espuma está contemplado en normativas y guías de diseño para riesgos específicos, como parte de las medidas de seguridad industrial. Por ejemplo, en almacenes de productos químicos o estaciones de servicio de combustible, las autoridades pueden requerir sistemas de espuma de alta expansión o sistemas combinados agua-espuma para controlar posibles siniestros. De igual forma, la NFPA 11 es la norma internacional que rige estos sistemas, definiendo los distintos tipos de espumógenos y criterios de aplicación. En la práctica, la implementación de un sistema de espuma debe ser realizada por ingenieros especializados, considerando compatibilidad del espumógeno con el combustible protegido, tasa de aplicación necesaria (litros por minuto por metro cuadrado) y disponibilidad de abastecimiento de agua. Con un sistema de espuma bien diseñado y mantenido, es posible controlar incendios catastróficos en tanques o depósitos en cuestión de minutos, evitando explosiones mayores (como los temidos boil-overs en tanques de petróleo) y salvando instalaciones de alto valor.


Sistemas De Agente Químico Seco Y Húmedo


Además del agua y la espuma, se emplean agentes químicos en forma de polvo o líquido para la extinción automática de incendios en escenarios especiales. Los sistemas de polvo químico seco (PQS) utilizan polvos finos, generalmente a base de sales como bicarbonato de sodio, fosfato monoamónico u otros, que actúan interrumpiendo la reacción en cadena de la combustión y sofocando el fuego. Estos sistemas pueden ser portátiles (extintores y unidades móviles ya descritos) pero también existen sistemas fijos de inundación con polvo. Por ejemplo, en ciertas áreas industriales como cuartos de turbinas, plantas de gas, hangares o minas, se instalan redes de tuberías con boquillas dispersoras de polvo químico conectadas a recipientes de polvo presurizados que, al activarse, descargan una nube de polvo sobre el área en llamas. El polvo químico es sumamente efectivo en fuegos de líquidos inflamables (Clase B) y equipos eléctricos (Clase C), e incluso en derrames de combustibles derramados que un sistema de agua no controlaría bien. Sin embargo, el polvo no penetra en espacios confinados tan bien como el gas ni tiene efecto de enfriamiento, además de que puede dejar los equipos muy sucios; por ello su uso fijo suele limitarse a áreas desocupadas o exteriores, o como complemento de otros sistemas.

Sistemas de protección contra incendios con tuberías rojas y rociador en techo de edificio industrial.

Por otra parte, los sistemas de agente químico húmedo son imprescindibles en cocinas industriales y comerciales, donde la principal amenaza son los incendios de aceites y grasas (Clase K). Estos sistemas están conformados por boquillas ubicadas en la campana extractora y sobre los equipos de cocción (freidoras, parrillas, planchas), conectadas a un cilindro que contiene un líquido especial. Al activarse un fusible o detector por la alta temperatura, el sistema libera el agente húmedo (una solución de sales de potasio típicamente) sobre la superficie en llamas. El agente enfría el aceite y reacciona formando una espuma jabonosa que sella el recipiente, apagando la flama y evitando que el aceite se re-encienda. Las normas demandan este tipo de protección fija en cocinas de restaurantes, hospitales, hoteles, etc., complementando a los extintores portátiles clase K.


La elección de uno u otro agente químico dependerá del tipo de fuego probable. Las mismas guías de la NOM-002-STPS-2010 recomiendan emplear sistemas fijos adecuados al riesgo específico: por ejemplo, sistemas de agua (húmedos) o de polvo químico seco según la ocupación, incluyendo recomendaciones explícitas de instalar sistemas de extinción por químico húmedo en cocinas, sistemas con agentes limpios (como CO₂) en áreas con equipo delicado, y sistemas de polvo químico seco en ciertos procesos industriales. En otras palabras, la normativa fomenta usar el agente correcto para cada tipo de fuego, garantizando máxima eficacia. Es esencial seguir estas directrices al diseñar la protección contra incendios de una instalación. Adicionalmente, tanto los sistemas de polvo como los de químico húmedo deben inspeccionarse regularmente: en el caso de cocinas, por ejemplo, se debe verificar y limpiar cada boquilla y cambiar el cilindro de agente cada cierto tiempo o tras una descarga, para asegurar que siempre funcionará cuando se necesite.


Instalación Y Mantenimiento De Sistemas Contra Incendios


No basta con elegir el sistema contra incendios adecuado; su correcta instalación y mantenimiento continuo son cruciales para garantizar que en el momento de la verdad todo funcione sin contratiempos. Por ello, se recomienda acudir a empresas de sistemas contra incendios especializadas y certificadas para el diseño e instalación de estos sistemas. Los ingenieros calificados realizarán un estudio del riesgo, calcularán hidráulica y eléctricamente las necesidades (ya sea caudal de agua para rociadores, cantidad de agente para inundación, cobertura de detectores, etc.) y ajustarán el proyecto a las normas nacionales e internacionales aplicables. Una instalación profesional asegura que todos los componentes – válvulas, bombas, tuberías, boquillas, paneles de control, alarmas – queden correctamente montados y configurados. Además, es importante obtener las autorizaciones de Protección Civil local cuando corresponda, ya que en muchas jurisdicciones mexicanas se exige un dictamen o visto bueno de sistemas contra incendios para ocupar ciertos edificios.


El mantenimiento periódico es igualmente vital. Los sistemas contra incendio, a diferencia de otros equipos, pasan la mayor parte del tiempo inactivos; pero cuando ocurre un incidente deben operar con un 100% de efectividad. Esto solo se logra mediante inspecciones, pruebas y mantenimiento rutinario. Existen estándares dedicados a este aspecto, como la NFPA 25, que se enfoca en la inspección, prueba y mantenimiento de los sistemas de protección contra incendios, incluyendo rociadores, alarmas y demás componentes. En la práctica, esto significa realizar verificaciones semanales o mensuales visuales (por ejemplo, asegurarse de que las válvulas de rociadores estén abiertas y con presión adecuada, que los manómetros de extintores indiquen en rango verde, etc.), así como pruebas más exhaustivas en intervalos programados: pruebas trimestrales/semestrales de bombas de incendio, simulacros de flujo de agua en hidrantes, pruebas anuales de funcionamiento de rociadores (por rotación selectiva de algunos cabezales), inspección y recarga anual de extintores, y prueba integral de detección y alarmas (simulando condiciones de humo para comprobar que el panel recibe la señal y activa las sirenas). Cada actividad de mantenimiento debe registrarse por escrito, y es recomendable que personal competente (incluso Unidades de Verificación acreditadas, en el caso de sistemas grandes) certifique el buen estado del sistema.


Otro punto a considerar es la integración entre sistemas. Una instalación contra incendios moderna puede interconectar la detección con la supresión: por ejemplo, al detectar humo, además de disparar la alarma, puede enviar una señal para que ciertos equipos se apaguen (p. ej., cortar corriente eléctrica de maquinaria no esencial) o para que puertas cortafuego se cierren automáticamente y contengan el humo. Igualmente, un sistema de rociadores con bomba eléctrica debe incluir un arranque de respaldo (motor diésel) en caso de falla de energía durante el incendio. Todos estos aspectos forman parte de un buen diseño y requieren mantenimiento: de nada sirve un gran tanque de agua si la bomba no enciende cuando debe, o tener detectores de humo si su sensibilidad está reducida por suciedad acumulada. En definitiva, la máxima confiabilidad se alcanza solo mediante una cultura de mantenimiento preventivo y correctivo constante.


En resumen, los sistemas contra incendios más utilizados abarcan desde sencillos extintores portátiles hasta complejos sistemas automáticos de supresión. Cada uno cumple una función específica dentro del esquema de protección global: detección y alarmas de incendio para alertar tempranamente, extintores y mangueras para respuesta inmediata inicial, rociadores y sistemas fijos (agua, espuma, químicos, gases) para controlar incendios desarrollados de manera automática o semi-automática. La selección e implementación de estos sistemas debe basarse en un análisis de riesgos del sitio, cumpliendo con la reglamentación mexicana (NOM, lineamientos de Protección Civil) y aprovechando las mejores prácticas internacionales (NFPA, FM Global, etc.).


Para los responsables de seguridad industrial y empresas constructoras, es imprescindible planear la protección contra incendios desde el diseño de las instalaciones, integrándola al proyecto arquitectónico y a los procesos operativos. Invertir en sistemas de extinción y detección adecuados no solo previene tragedias humanas y pérdidas económicas, sino que suele ser un requisito legal y contractual (aseguradoras, certificaciones) para operar con tranquilidad. El público general también juega un papel, conociendo las medidas de seguridad contra incendios de los lugares que frecuenta (rutas de evacuación, ubicaciones de extintores, alarmas, etc.) y respetando la infraestructura instalada (no obstruir rociadores ni hidrantes, por ejemplo).


En México, si bien los incidentes no se pueden eliminar por completo, una combinación de tecnología fiable, mantenimiento continuo y personal capacitado puede marcar la diferencia entre un conato controlado a tiempo y un desastre. Los sistemas de extinción de incendios mencionados en este artículo representan las herramientas principales en la lucha contra el fuego; conocerlas y aplicarlas correctamente es responsabilidad compartida de profesionales y usuarios para salvaguardar la vida y los bienes ante la eventualidad de un incendio.


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